Creí que la vida era fácil
y que jugando se vivía,
creí que siempre tendría a alguien
y que nadie moría.
Pensé que perder en un juego era malo,
pero perder en la vida es peor,
dónde quedaron los juegos,
toda aquella alegría,
dónde empezó el sufrimiento,
esa larga agonía.
Ahora maldigo al tiempo
y él maldice mi vida,
cuándo perdí el intento
de ser feliz algún día.
Acabo tan rápido la infancia
y se fue mi única compañía,
sólo recuerdo sus abrazos
cuando aún la tenía.
Ahora navego solo
en este barco sin dirección,
esperando algún día morir
en las aguas de la perdición.
Soy un capitán cobarde
que naufraga a propósito,
esperando mi rumbo cambie,
mi rumbo de parásito.
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